Monday, July 11, 2016

Contacto directo con el Tanamá

Eran las 5:30 de la mañana, con pocos carros en la oscuridad de la madrugada y nosotros en caravana por la Carr 2 en dirección hacia Aguadilla. Nuestro destino final nos llevaría hasta las montañas del pueblo de Utuado para recorrer parte de uno de los ríos más impresionantes de Puerto Rico.

La carretera mostrada a ambos lados sus mejores vistas, con el sol intentando sobresalir sobre las montañas y la bruma de la mañana abrazando la cordillera. Casi mareados por tantas curvas llegamos frente a un colmado donde todos nos estacionamos a esperar a nuestro guía. Las latas y botellas esparcidas por los alrededores demostraban que la noche fue una para recordar.

Nuestro guía nos entregó cascos y salvavidas y explicó las reglas e instrucciones del recorrido que duraría aproximadamente unas cuatro horas, dependiendo del paso de los integrantes de la agrupación. Caminamos cuesta abajo por un terrero resbaloso hasta llegar al majestuoso Río Tanamá, con sus altas paredes de piedra marcadas por el recorrido de las aguas bravías con el pasar de los años.

El primer paso para comenzar la aventura era aventarse al río desde una altura de 10 pies. Mi corazón latía con fuerza y al lanzarme recibí una cachetada de agua fría. Al estar todos en el río, cada uno se monto en su balsa y nos sostuvimos en uno con el otro con los pies.

Subiendo por el río Tamaná nos topamos con la imponente cueva de 1,500 pies de largo, con una profundidad de unos 35 pies y donde habitan cientos de murciélagos. La cueva era parcialmente alumbrada por las linternas y en ocasiones al mirar hacia arriba de notaban troncos de árbol atorados. Según el guía la fuerza de la creciente del río atrastra con todo de frente y los niveles de agua pueden llegar a subir hasta el tope de la cueva.


Luego de subir y bajar en balsa por la cueva continuamos el recorrido a través del río, en ocasiones caminando y en otras nadando. Nos topamos con un manantial que brotaba de la montaña y nos sirvió como lugar perfecto para sentarnos a simplemente sentir las gotas de agua caer sobre nuestros cuerpos. Más allá del manantial se podia percibir la majestuosa Cueva del Arco. De continuar el caminando se llega hasta el Observatorio de Arecibo.


Para finalizar nuestra super aventura nos toco hacer una ruta de senderismo cuesta arriba de unas cinco millas. El camino no parecía terminar, pero que mejor recompensa nos daba la naturaleza de habernos regalado un día tan hermoso con vistas impresionantes y la gran compañía de familia y amistades.
 

Wednesday, June 8, 2016

Primer aniversario de mi Camino Portugués

Un día como hoy hace un año caminaba desde tempranas horas de la mañana con la meta de completar 71 millas caminadas hasta la ciudad de Santiago de Compostela en España. Después de un año de planificación finalmente llegaba a completar mi peregrinaje. Recuerdo claramente haber comenzado a caminar desde Picaraña a las 7:30 de la mañana. Cruzamos una de las carreteras principales de esa área, con el sol haciendo presencia delante de nosotras.


Nuestra meta era llegar a Santiago antes de las misa del peregrino a las 12:00 del mediodía. El camino se hacia largo y comenzaba a dudar si llegaríamos a tiempo para la misa. Al llegar a la gran ciudad y haber estado acostumbradas a caminar por paisajes verdes con olor a eucalipto, perdimos la noción del tiempo. Al no ver las flechas amarillas que indicaban el camino, decidí preguntarle a una señora bien vestida si sabía cómo llegar hasta la Catedral. La señora muy dispuesta y enviada desde el cielo, nos indicó que la siguieramos. Entre el gentío podíamos ver su mano moviéndose hacia la dirección donde debíamos ir. En cierto momento se detuvo y nos esperó para decirnos que si continúabamos caminando por ese callejón nos encontraríamos la Catedral de frente.

Gracias a nuestra ayuda celestial llegamos a Praza das Praterías justo frente a la Catedral. Nos tomó un momento caer en cuenta que nuestro camino había terminado y que habíamos llegado justo a tiempo para la misa. Al entrar a la Catedral no cabía la gente. Nos tuvimos que sentar en el suelo junto a decenas de otras personas. Las emociones las tenía a flor de piel. Sólo con mirar a mi alrededor y ver caras familiares que estuvieron caminando con nosotras durante el transcurso de nuestra odisea me llenaban los ojos de lágrimas de alegría.

La experiencia de estar participando de la misa junto a cientos de otros peregrinos que llegaron de diferentes rutas fue algo inolvidable. Es una memoria que llevaré conmigo para siempre y me alegra saber que lo pude compartir con una gran amiga y que hay cientas de fotos para recordarlo. 

Luego de la misa nos dirigimos hacia la Oficina del Peregrino para obtener nuestra Compostela, documento que certifica que un peregrino a caminado por lo menos 70 millas por uno de los Caminos que existen. Estuvimos esperando en fila un poco más de una hora. Ver las caras de cansancio aún cargando sus mochilas, los pies de algunos llenos de ampollas y mal olientes pero todos con una felicidad y satisfacción de haber completo su meta. Espero poder completar el Camino Francés en algún otro momento de mi vida, si Dios me lo permite.